Indefinidamente, X & Co.
Salir de X o cualquier otra red social, o por otro lado quedarse y, quedarse y, quedarse y postear, y quedarse porque hay que combatir en este frente. ¿Es un frente o solo una cámara de eco que se equilibra con nosotr_s dentro? ¿No llega acaso ese sistema a sostenerse precisamente porque la corrupción del mismo se ve detenida constantemente por rebeldes sabios? ¿No es acaso el lugar por antonomasia en el que se sirve a diestro y siniestro carnaza de reproducción y reciclado ideológico?
Abogar por salir o quedarse parece una dicotomía que bien podríamos pensar desde sus planos prácticos. ¿Qué pasa si nos vamos? Por un lado, nos adentramos en un lugar nuevo, "cielo azul" o bajo la tripa de un "mastodonte" pero, ¿para qué? ¿No había acaso una ilusión que fue secuestrada al inicio de la era digital? ¿No ha pasado lo mismo que con todo aquello que se populariza mediante una regulación que privatiza todo lo que toca? ¿Dónde quedan los encuentros sin propiedad mediante, sin nadie a los mandos? Debemos recuperar la palabra, desprivatizarla. Recordad: si sois el producto, ¿de dónde y cómo lo seremos? Again, recordad: las aplicaciones que usáis provienen de ese nido de conservadores llamado Silicon Valley, las cuales emergieron gracias a inversiones del heraldo público.
¿Qué pasa si nos quedamos? Tal vez nuestras ganas de responder se pierdan, razón por la que much_s se marchan. Tal vez no le veamos sentido al control in situ sino que debería provenir de otro lugar. Con Agamben, ¿cuál sería aquí el gesto de profanación? ¿Seguir, irse, generar infraestructura estatal o disentir como diría Biffo?
Pero ¿porqué ahora? ¿No sé vino avisando de esa palabreja, tecnofeudalismo, desde hace años? ¿O incluso con la hipótesis cibernética? ¿O más atrás con el manifiesto de Unabomber? ¿O los luditas? ¿Es acaso esto una versión soft de neoludismo? Lo único que se rompe son las narices con tener que volverse a registrar, a realizar contactos, a generar un feed, a entrenar una IA, a familiarizarse con las opciones, con los botones y demás comentarios que bien podrían ser bien boomer. Quizá no se trate tanto de destruir como de resistir: crear zonas de resistencias. Reconducir espacios, sabotear las tecnologías y las reglas que nos imponen.
Visto que la confianza en el gobierno y en el Estado ha ido rebajandose con el paso del tiempo, con la réplica de ciertos tropos perversos de la posmodernidad y demás variables de la motosierra, ¿dónde queda la urgencia por la reconstrucción y cómo? ¿Vamos a seguir sumidos en esos derroteros en los que la ecología de nuestra atención como dicen algun_s se vea cada vez más y más secuestrada? ¿No será esta ocasión una señal por una suspensión indefinida de nuestra participación en esta rueda del feedback? Pero algun_s me preguntan, "¿indefinida hasta cuando?" o "si abandonamos este frente esas cámaras de eco crecerán hasta perfeccionarse en sus redes de seducción e influencia"... ¿Acaso la línea de fuga que se lee, que se huele, que se ve, no da señal de ser destructiva pero al mismo tiempo suicida? ¿No son acaso pres_s de su propia idea de gloria, de victoria, de trascendencia? La guerra en curso está en otro lugar, esto es una casa de reflejos en los que cierta idea de enjambre pareciera fructíferar a medias de no ser por nuestras interrupciones.
La izquierda no consigue abandonar ese lugar de moralista, de erudición, una tarima sobre el barro en el cual no cesa de resbalar. ¿Realmente es esto militancia? ¿Qué otros usos podemos darle a estos lugares si es que son aptos para lo que queremos emplearlos? ¿Cómo serían las RRSS si formasen parte de la infraestructura del estado? ¿No sé utilizó en su día todo ello para armar a los sin poder? ¿Realmente perjudicamos carreteras y órdenes del discurso cuando nos metemos así, ahí? ¿Qué universos del discurso estamos conquistando o que hegemonías culturales estamos ponderando al usar así dichas plataformas? Si el medio es el mensaje, ¿porqué usamos ese y no otro? Tal vez es que no tenemos ni idea de cuál es el mensaje que queremos dar y estemos atrapados en una constante reactividad de la que, insospechadamente, parece ser montada estratégicamente.
¿Qué hacemos ante la retórica y gesticulación fascista del dueño de X? ¿Qué sentido tiene seguir aquí? ¿A quién hablamos si obviamos la desquiciante puesta en escena del trumpismo y de Elon Musk? L_s más list_s, en ocasiones, son l_s que mejor se hacen l_s imbéciles, o al menos saben escoger a aquell_s que bordarán su papel en una obra que les desborda. ¿No somos a veces es_s?
¡Cuanto te echamos de menos silencio! Dejamos X, indefinidamente…